Día de caza
El cazador de cabezas blandió la espada y la cabeza rodó por el
suelo. La tomó por el cabello y la levantó curioso. Observó —como
siempre lo hacía— la luz que escapaba por los ojos; el rictus de
sorpresa, congelado para siempre en el rostro. La sed de sangre lo
movía, sentía la energía desbocada recorrer todo el cuerpo, los
músculos tensos y poderosos. Un hombre corrió hacia el bosque. El
cazador de cabezas respiró profundo. Fue una presa fácil, sólo
alcanzó a correr unas cuantas varas. El cazador de cabezas corría
distancias imposibles de alcanzar por hombres comunes. Estaba
entrenado para afrontar cada uno de los retos que la presa podría
brindar. Abrió el morral y arrojó la cabeza junto a las otras seis.
Limpió la espada de acero —templada en sangre de esclavos—, en
el torso de la presa, que aún se convulsionaba por la agonía de la
muerte. Alzó la vista al cielo y agradeció a los dioses por los
trofeos obtenidos. Montó su corcel y miró hacia atrás, la aldea de
leñadores ardía y otros cazadores de cabezas de castas inferiores
recogían el botín conquistado. Condujo la montura al interior del
bosque, quería alejarse del llanto de los nuevos esclavos. Encontró
un riachuelo y abrevó la montura, se recostó en el césped
dispuesto a descansar.
Despertó
sobresaltado, de nuevo ese singular sueño: una estancia extraña,
personas sentadas frente a fuentes de luz y él, mirando imágenes y
símbolos. El cazador de cabezas se sentía cansado y enojado.
Luciano
despertó, una vez más el sueño recurrente. Él era un cazador de
cabezas, el más poderoso del clan. Sonrío y miró a sus compañeros
de oficina, tipos grises y fofos; bebedores de café y adictos a
Internet. Todos eran unos estúpidos. La consciencia de su casta
guerrera, el orgullo de ser siempre el primero y el último. El
orgullo era un demonio, que lo invadió desde el primer sueño.
Suspiró y sintió la adrenalina recorrer su cuerpo. Sacó del
maletín el revólver
y el cazador de cabezas comenzó a disparar.
Sergio F. S. Sixtos
Sergio, toda una recelación, sé que eres un artista, pero no te conocía eata faceta. Muy bien!!!
ResponderEliminarGracias Nancy, son muy amables tus palabras.
EliminarHola Sergio. Acabo de descubrir tu blog. Me ha gustado mucho este microrrelato. Muy bueno.
ResponderEliminarYa hablaremos y te cuento.
Abrazos de oso.
Vale, espero tu comentario.
EliminarInsisto muy buenas historias, muy originales y con finales totalmente inesperados.
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