Día de pesca
La playa marciana era barrida por campos magnéticos de olas de herrumbre y sal; al ocaso los peces metálicos comían insectos mecánicos. Las turbulencias magnéticas se estremecían ante los embates de los peces en pos de las presas y una niña marciana en la orilla, miraba emocionada la lucha marina. Era el primer día de pesca de Az-U y llevaba consigo una rudimentaria caña de pescar —un regalo de papá—, equipada con un sedal de luz. Lanzó lejos al primer intento la carnada y atrajo a los peces por vibraciones de baja frecuencia, un enorme pez de cristal se tragó de un bocado la carnada y con un chispazo el sedal se encogió y arrojó al enorme pez de cristal contra Az-U; el impacto la derribó y el pez de cristal se hizo pedazos. Az-U miró cada uno de los fragmentos del pez esparcidos a su alrededor y comenzó a llorar. Una voz la llamó, era papá, se enjuagó las lágrimas y recogió todos los aparejos de pesca, dio un último vistazo a los fragmentos del pez y corrió siguiendo el sonid