Balas
Amadís el Pelirrojo era considerado el mejor gatillero de Pablo Escobar durante la década de los ochenta. Era memorable observarlo en su motoneta circular por las calles de Medellín y como un ave de presa dirigirse a la víctima indicada y ¡pam! Una bala en medio de los ojos. Los curiosos describían excitados la precisión de la bala, el cadáver con la expresión de azoro congelada en el rostro y el hilito de sangre brotando entre los ojos. La puntería de Amadís el Pelirrojo era legendaria. Acaparó el mercado de los sicarios y al mismo tiempo lo devaluó, llegó a matar por el precio de una botella de ron. Amadís era el favorito del patrón: fiscales, políticos, rivales en el negocio, todos pasaron por su pistola M15. En esos días publicaron un artículo en El Colombiano, sobre la precisión matemática en los disparos del joven sicario (el periodista conocía la identidad de Amadís, pero no la revelaba por miedo a represalias). Amadís gozaba de la fama y el terror que inspiraba. En ese enton